Promesas de Dios

Las promesas de Dios son acuerdos eternos hallados en la Biblia que brindan amor, orientación y beneficios a la humanidad: en el pasado, en el presente y para el porvenir. Estas promesas, enraizadas en el núcleo mismo de la fe, actúan como remembranzas de la lealtad y el amor inalterable de Dios hacia sus descendientes. Mediante estas promesas, los fieles hallan esperanza en los retos de la vida.

2 Pedro 3:9 (RVR1960)

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

No debemos olvidar sus promesas, su voluntad es que seamos valientes y que sepamos esperar en su nombre.

Existen numerosas promesas divinas en las Escrituras. Cada promesa de Dios asegura que algo puede o no realizarse, ocurrir o ocurrir. No son promesas vacías y esporádicas como las que habitualmente hacemos; estas promesas de Dios son compromisos firmes como una piedra, incuestionables, realizados por el mismo Dios. Dado que Dios es leal, quienes reciben las promesas de Dios pueden tener la total certeza de que lo que ha prometido realmente se realizará.

Promesas de Dios para la humanidad:

Garantía divina que se cumplirá:

En la Biblia, el término "promesa" proviene del griego "epangelía", que se traduce como: anuncio o mensaje a través del cual Dios se compromete a otorgar algo bueno. En términos bíblicos, una promesa es una declaración de Dios que garantiza un resultado, basado en Su fidelidad y Su carácter inmutable. Las promesas pueden ser explícitas, como en Jeremías 29:11 o implícitas, como en Efesios 3:14-19, donde se describen las bendiciones disponibles para quienes viven en Cristo.