La Simplicidad de la Riqueza

En la vida, muchas veces nos esforzamos tanto en alcanzar el éxito que olvidamos disfrutar el presente. Pero Jesús nos recuerda que la verdadera riqueza no está en acumular, sino en aprender a confiar en Dios y vivir con gratitud.

REFLEXIONES DE VIDA

2/23/20253 min read

man on boat during daytime
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Durante años, Alejandro había trabajado incansablemente. Como empresario, había construido su propia empresa desde cero y estaba a punto de alcanzar su meta: convertirse en millonario. Sin embargo, el estrés y la presión de cerrar los últimos grandes negocios lo habían llevado al límite. No dormía bien, tenía dolores de cabeza constantes y la ansiedad lo consumía.

Su médico, al notar su estado de agotamiento, le dio un consejo inusual:

—Alejandro, si sigues así, tu cuerpo no aguantará. Necesitas desconectarte, respirar aire fresco y relajarte. Tómate unos días en un lugar tranquilo antes de que el estrés te consuma.

Siguiendo la recomendación de su médico, Alejandro reservó unos días en un pequeño resort junto al mar. Pensó que sería un buen lugar para descansar antes de volver con más fuerzas a su lucha por la cima del éxito.

Una mañana, mientras caminaba por la playa, vio a un pescador remando de regreso a la orilla con una red llena de peces. El hombre, de apariencia sencilla, sonreía satisfecho.

Intrigado, Alejandro se acercó y le preguntó:

—Disculpe, señor. Veo que ya terminó su jornada. ¿Por qué no sigue pescando un poco más? Si trabajara más tiempo, podría vender más pescado y ganar más dinero.

El pescador se encogió de hombros y respondió con tranquilidad:

—Pesco solo lo necesario para alimentar a mi familia y vender un poco en el mercado. Después almuerzo con mi esposa, juego con mis hijos y, por la tarde, me siento en la playa a conversar con mis amigos.

Alejandro frunció el ceño, sin comprender la respuesta.

—Pero si trabajara más duro, podría ahorrar dinero, comprar un bote más grande y con el tiempo contratar empleados. Así expandiría su negocio y en unos años podría tener toda una flota de barcos pesqueros.

El pescador asintió con una leve sonrisa y preguntó:

—¿Y qué pasaría después?

Bueno —continuó Alejandro, con entusiasmo—, después podría abrir su propia empresa, exportar pescado a otros países y ganar mucho dinero.

El pescador lo miró con calma y volvió a preguntar:

—¿Y luego qué?

Alejandro, emocionado por su propio razonamiento, respondió:

—Pues cuando tuviera suficiente dinero, podría jubilarse joven, comprar una casa junto al mar y pasar sus días relajándose, disfrutando de su familia y haciendo lo que ama.

El pescador se rió suavemente y dijo:

—¿Y qué cree que estoy haciendo ahora?

Alejandro quedó en silencio. Sus años de sacrificio, el estrés, la ansiedad y las largas jornadas de trabajo se resumían en ese mismo objetivo: disfrutar la vida. Sin embargo, aquel hombre humilde ya vivía lo que él soñaba alcanzar.

Reflexión Final:

Muchas veces, el mundo nos enseña que la felicidad está en el éxito, en acumular bienes y en alcanzar grandes metas. Pero Jesús nos advierte en Mateo 6:19-21:

"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo... porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón."

Alejandro pasó años persiguiendo una meta que, en el fondo, no le garantizaba paz ni felicidad. El pescador, en su sencillez, entendía algo que muchos tardan toda una vida en descubrir: la verdadera riqueza no está en lo que poseemos, sino en lo que valoramos.

La Biblia nos recuerda en 1 Timoteo 6:6-7:
"Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar."

No se trata de evitar el trabajo o de no esforzarnos, sino de recordar qué es lo que realmente importa. Dios quiere que vivamos confiando en Él, disfrutando cada día con gratitud, en lugar de vivir atrapados en la carrera interminable de la acumulación.

No pongamos nuestra seguridad en el dinero, sino en Dios, quien nos da todo lo que necesitamos para vivir con plenitud.

Preguntas para Reflexionar:

  1. ¿Dónde está tu verdadero tesoro: en lo material o en lo que tiene valor eterno?

  2. ¿Cómo puedes aprender a estar más agradecido con lo que Dios te ha dado hoy?

  3. ¿Estás sacrificando tiempo con Dios y con tu familia por la búsqueda de riquezas temporales?