La Lección del Cubo

Entre más vacío está nuestro corazón, más ruido hacemos al enfrentar los golpes de la vida. Pero cuando permitimos que Dios lo llene, encontramos propósito, paz y dirección. Descubre cómo dejar de hacer ruido y empezar a vivir con sentido.

REFLEXIONES DE VIDA

1/18/20253 min read

orange plastic bucket with brown wooden stick
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Julián llegó a casa después de un largo día en la universidad. Al entrar, tiró su mochila al suelo con un suspiro pesado, dejando claro que algo lo estaba molestando.

Su abuelo, que estaba sentado en la sala leyendo su Biblia, levantó la mirada.
—¿Qué sucede, Julián? Parece que trajiste más que libros de la universidad.

—Es mi profesor de filosofía, abuelo. Hoy dijo que las personas que creen en Dios son ignorantes, que solo se aferran a cuentos para sentirse mejor. Es irritante escuchar cosas así.

El abuelo lo miró con una mezcla de comprensión y serenidad.
—Ven conmigo, muchacho. Quiero mostrarte algo.

Julián siguió a su abuelo al patio trasero, donde el anciano tenía un cubo de metal que usaba para llevar agua a los animales. El abuelo levantó el cubo vacío y comenzó a golpearlo con un palo. El sonido resonó con fuerza, llenando el aire con un eco metálico que casi dolía en los oídos.

—¿Por qué crees que suena tan fuerte? —preguntó el abuelo.

Julián, aún molesto, respondió casi sin pensar:
—Porque está vacío, abuelo.

El anciano asintió, golpeó el cubo una vez más, esta vez con menos fuerza, y dijo:
—Exacto. Entre más vacío está, más fuerte suena cuando lo golpean.

Julián frunció el ceño, tratando de entender a dónde quería llegar su abuelo.

—Mira, Julián —continuó el anciano mientras dejaba el cubo en el suelo—, cuando las personas no tienen a Dios en sus corazones, sus vidas tienden a sonar como este cubo vacío. Gritan más fuerte, buscan llamar la atención y tratan de llenar ese vacío con cosas que no duran. Pero cuando alguien encuentra a Dios y Su propósito, ese vacío se llena con algo mucho más profundo y permanente.

El abuelo tomó un balde lleno de agua que estaba cerca y vertió el contenido en el cubo vacío. Después, lo golpeó de nuevo, pero esta vez el sonido fue mucho más suave.

—¿Ves la diferencia? —dijo el abuelo—. Cuando estamos llenos del propósito divino para el cual fuimos creados, los golpes de la vida no nos hacen sonar tan vacíos. Dios nos llena con Su amor, paz y propósito.

Julián observó el cubo, reflexionando sobre las palabras de su abuelo.

—Pero abuelo, ¿Cómo puede alguien encontrar ese propósito?

El anciano sonrió y señaló hacia el cielo.
—El propósito no lo encuentras en las opiniones de los demás ni en las cosas de este mundo. Está en Dios. Él es quien nos creó, y solo Él puede revelar lo que debemos hacer. Como dice en Jeremías 29:11: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”

Reflexión Final:

La vida puede sentirse vacía cuando no tenemos claro nuestro propósito. Entre más tiempo vivamos sin entender por qué estamos aquí, más ruido hará nuestra vida ante los golpes inevitables del mundo. Pero Dios nos creó con un propósito eterno. Cuando permitimos que Él llene nuestros corazones, no solo encontramos paz, sino que también aprendemos a vivir con sentido y dirección.

Como Jesús enseñó, “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Esa abundancia no está en las cosas materiales ni en la aprobación de los demás, sino en una vida llena de Su presencia y Su propósito.

Preguntas para Reflexionar:

  1. ¿Qué estás permitiendo que llene tu vida: el ruido del mundo o el propósito de Dios?

  2. ¿De qué manera puedes buscar más de Dios para encontrar el propósito para el cual fuiste creado?

  3. ¿Cómo puedes ayudar a otros a llenar su vacío con la verdad del amor de Dios?