La Historia del Niño y las Estrellas de Mar

Aunque las necesidades del mundo parezcan inmensas, cada pequeño acto de amor y obediencia puede marcar una gran diferencia. Esta historia del niño y las estrellas de mar nos recuerda que Jesús nos llama a hacer nuestra parte, confiando en que cada alma alcanzada es valiosa para Él. Reflexionemos sobre cómo podemos impactar a quienes nos rodean, un paso a la vez.

REFLEXIONES DE VIDA

Adaptada de The Star Thrower, por Loren Eiseley (1907 - 1977)

1/10/20252 min read

closeup photo of red star fish beside seashore
closeup photo of red star fish beside seashore

Había una vez un anciano que solía ir al océano a escribir. Cada mañana, antes de comenzar su trabajo, caminaba por la playa, disfrutando de la brisa y el sonido de las olas. Una mañana, después de que una gran tormenta azotara la costa, el anciano salió a caminar y se encontró con un espectáculo inusual: la playa estaba cubierta de estrellas de mar hasta donde alcanzaba la vista. Miles de ellas yacían inmóviles, arrastradas por la marea, extendiéndose en ambas direcciones.

Mientras caminaba, vio a lo lejos a un niño pequeño que parecía estar haciendo algo curioso. El niño avanzaba lentamente, y de vez en cuando se detenía, se agachaba y lanzaba algo al mar. Intrigado, el anciano aceleró el paso para observar más de cerca.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, le gritó:
¡Buenos días! ¿Puedo preguntarte qué estás haciendo?

El niño levantó la mirada y respondió con tranquilidad:
Estoy devolviendo estas estrellas de mar al océano. La tormenta las arrastró hasta la playa, y si no las arrojo al agua, morirán cuando el sol esté alto.

El anciano observó la interminable cantidad de estrellas de mar y dijo con un suspiro:
Pero, pequeño, hay decenas de miles de estrellas de mar en esta playa. No importa cuánto lo intentes, no podrás marcar una gran diferencia.

El niño lo miró, pensó por un momento, y luego se agachó nuevamente. Recogió otra estrella de mar, la arrojó con todas sus fuerzas al agua y, con una sonrisa, le dijo:
¡A esa sí le hizo una diferencia!

Reflexión Final:

Esta historia nos recuerda que nuestras acciones, aunque parezcan pequeñas, tienen un impacto significativo cuando las hacemos con intención y amor. Al igual que el niño de la playa, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de marcar la diferencia en la vida de alguien más, incluso cuando el desafío parece abrumador.

Jesús nos dejó una misión clara: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Puede parecer imposible llevar el mensaje de salvación a toda criatura, pero cada palabra compartida, cada acto de bondad y cada paso de obediencia hacen una diferencia en el plan eterno de Dios.

Así como el niño devolvió una estrella de mar al océano, Jesús nos llama a alcanzar a las personas, una a la vez. No estamos llamados a resolver todos los problemas del mundo, pero sí a ser fieles en las oportunidades que Dios nos da, confiando en que cada alma cuenta y cada esfuerzo por el evangelio tiene un valor eterno.

Preguntas para Reflexionar:

  1. ¿Qué pequeños actos puedes realizar hoy para hacer una diferencia en la vida de alguien?

  2. ¿Cómo estás respondiendo al llamado de Jesús de compartir el evangelio con los demás?

  3. ¿Qué te impide avanzar cuando sientes que tu esfuerzo es insuficiente frente a las grandes necesidades del mundo?