El Peso de la Oración

Cuando Louise no tenía nada, lo puso todo en manos de Dios. Su fe fue suficiente para mover Su mano y recibir Su provisión. ¿Cómo está tu fe hoy?

REFLEXIONES DE VIDA

3/3/20252 min read

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Louise Redden, con su ropa gastada y el peso del cansancio reflejado en su rostro, entró a la tienda de comestibles con una mezcla de vergüenza y necesidad. Se acercó al dueño del negocio con humildad y le pidió si podía fiarle algunos productos para alimentar a sus siete hijos. Su esposo estaba enfermo, no podía trabajar, y en casa ya no quedaba comida.

El dueño del negocio y encargado, John Longhouse, la miró con desdén y le dijo que no podía darle crédito porque no tenía una cuenta en su tienda. Louise, con voz temblorosa, insistió:

Por favor, señor, le traeré el dinero tan pronto como pueda.

John negó con la cabeza y le pidió que se marchara. Justo en ese momento, un cliente que había estado observando la escena se acercó y dijo:

Señor, yo pagaré lo que esta mujer necesite.

El encargado suspiró con desgano y respondió:

Muy bien, ¿tiene una lista de compras?

Louise asintió y el encargado de la mini super, con ironía, le dijo:

Entonces ponga su lista en la balanza y lo que pese su lista, se lo daré en comestibles.

Louise dudó por un momento, luego metió la mano en su bolso, sacó un trozo de papel y, con su cabeza inclinada en oración, escribió unas palabras en él. Sin dudar, colocó el papel en la balanza.

Lo que sucedió a continuación dejó a todos atónitos. La balanza se inclinó inmediatamente como si hubiera colocado un objeto muy pesado.

El encargado, mirando la balanza, se volvió lentamente hacia el cliente y dijo a regañadientes:

“No lo puedo creer”.

John frunció el ceño y empezó a colocar alimentos en el otro lado de la balanza para equilibrarla, pero por más que añadía productos, el peso de la lista no cedía. Finalmente, con incredulidad, tomó el papel y lo leyó.

No era una lista de compras. Era una oración que decía:
"Querido Señor, tú conoces mis necesidades y dejo esto en tus manos."

Conmovido y sin palabras, el encargado le entregó a Louise todos los alimentos que había colocado en la balanza. El cliente que había intervenido sonrió y antes de marcharse, puso un billete en el mostrador diciendo:

Valió cada centavo ver este milagro... Solo Dios sabe cuánto pesa una oración.

Reflexión Final:

Esta historia nos recuerda lo que Jesús dijo en Mateo 21:22:
"Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis."

Louise no tenía dinero, pero tenía fe. En lugar de una lista de compras, presentó su necesidad ante Dios con confianza, creyendo que Él proveería.

Este relato se asemeja a la historia de la viuda de Sarepta en 1 Reyes 17:8-16, cuando Dios envió al profeta Elías a una mujer que apenas tenía un poco de harina y aceite para preparar su última comida. A pesar de la crisis, ella obedeció la palabra de Dios y su provisión nunca faltó.

Dios es nuestro proveedor, y aunque las circunstancias parezcan imposibles, Él tiene el poder de sostenernos. A veces creemos que la oración es algo liviano, pero en el cielo, la oración tiene un peso eterno.

Preguntas para Reflexionar:

  1. ¿Confías en Dios con la misma seguridad con la que confías en tu dinero o en tu propio esfuerzo?

  2. ¿Has experimentado el poder de la oración en momentos de necesidad?

  3. ¿Cuánto peso tiene tu fe cuando presentas tus peticiones a Dios?