El Niño del Paraguas

La fe no solo es esperar, es vivir con la certeza de que Dios cumplirá Sus promesas. La fe verdadera actúa antes de que las circunstancias cambien. Este historia te invita a reflexionar sobre cómo puedes vivir con fe activa, confianza en Dios y esperanza viva. ¿Estás listo para llevar tu paraguas mientras esperas la respuesta de Dios?

REFLEXIONES DE VIDA

1/8/20253 min read

woman in white long sleeve shirt holding umbrella
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En un tranquilo pueblo, un anciano conocido por su sabiduría se sentaba cada tarde bajo un gran árbol en la plaza central. Allí, los habitantes se reunían para escuchar las lecciones que él había aprendido a lo largo de su vida.

Una tarde, mientras el sol se ocultaba lentamente, un grupo de jóvenes se acercó con curiosidad y le preguntó:
Abuelo, ¿Qué es lo más importante que has aprendido en todos tus años?

El anciano sonrió, apoyó su bastón junto a él y comenzó a relatar una historia que marcó su vida:
Hace muchos años, cuando yo era un niño, nuestro pueblo enfrentó una sequía terrible. Los campos estaban agrietados, los animales sufrían, y las personas comenzaban a perder la esperanza. Un día, los líderes del pueblo nos convocaron a la plaza para orar por lluvia.

Hizo una pausa, dejando que los jóvenes se sumergieran en su relato, y continuó:
Recuerdo la preocupación en los rostros de todos, pero yo, siendo un niño, no entendía por completo lo que ocurría. Sin embargo, creía en un Dios verdadero. Mi madre me dijo: "Vamos a pedir a Dios que haga llover". Me vistió con cuidado y, antes de salir, tomé mi paraguas.

Los jóvenes, sorprendidos, comenzaron a reírse. Uno de ellos preguntó:
¿Un paraguas? ¿En medio de una sequía?

El anciano sonrió con serenidad y respondió:
Sí, un paraguas. Los demás me miraron con curiosidad, pero nadie dijo nada. Cuando llegamos, el líder del pueblo oró con fervor:
"Señor, hoy venimos como pueblo a pedirte la bendición de la lluvia. Danos la fe para confiar en que Tú proveerás en Tu tiempo."

Mientras todos oraban, yo esperaba la lluvia. Y ¿saben qué? Llovió. Llovió tanto que todos tuvimos que correr a refugiarnos. Pero yo estaba preparado porque llevaba mi paraguas. Eso, queridos míos, es la fe: confiar en que Dios proveerá, incluso cuando no vemos señales inmediatas.

Los jóvenes quedaron en silencio, atentos a cada palabra.

A lo largo de mi vida —continuó el anciano—, he visto muchas lecciones como esa. Cada noche voy a dormir sin garantías de despertar al día siguiente, pero aún así pongo el despertador. Eso es esperanza, porque confío en que Dios cumplirá Su plan para mi vida.

Señaló hacia un grupo de jóvenes en la plaza:
He visto cómo las personas planifican grandes cosas sin saber qué traerá el mañana. Eso también es la confianza por una oportunidad. Y he visto parejas que, a pesar de los desafíos del mundo, se casan y forman familias llenas de amor. Ese amor es el que los trajo a ustedes a este mundo.

Finalmente, levantó su bastón y señaló la frase bordada en su camisa:
"No tengo 80 años; tengo 16 dulces con 64 años de experiencia."

Y eso, jóvenes, es perspectiva. Tener una buena actitud frente a la vida nos ayuda a superar los desafíos con gratitud y alegría.

Los jóvenes rieron suavemente, pero el anciano se puso serio y concluyó:
El mundo está lleno de desafíos, pero también está lleno de oportunidades para confiar en Dios, amar a los demás y vivir con esperanza. Nunca olviden que la fe, la confianza y el amor son como paraguas que nos preparan para enfrentar cualquier tormenta, con Dios a nuestro lado todas las cosas nos ayudaran para bien. 

Reflexión Final:

La historia del anciano nos recuerda que la fe es vivir confiando en que Dios proveerá, la esperanza es seguir adelante aun sin garantías, y el amor es lo que da propósito a nuestras acciones. Así como el niño llevó su paraguas esperando la lluvia, nuestra fe debe impulsarnos a actuar como si ya hubiéramos recibido la respuesta de Dios.

Al igual que Elías, quien oró por lluvia en medio de una sequía (1 Reyes 18:41-45), el niño y su paraguas nos muestran que la fe activa abre las puertas para los milagros. Elías no solo oró, sino que esperó en la promesa de Dios con confianza. Así debemos ser nosotros: personas que oran, esperan y actúan confiando en que Dios cumplirá Su palabra.

"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve."Hebreos 11:1

Dios siempre cumple, pero requiere que nuestra fe sea activa. Así que, ante cualquier tormenta o sequía en la vida, lleva tu paraguas con la seguridad de que Dios siempre proveerá.

Preguntas para Reflexionar:

  1. ¿Qué situaciones en tu vida requieren que confíes más en Dios, aun cuando no veas señales inmediatas de Su provisión?

  2. ¿Cómo puedes vivir con una fe activa, como el niño con su paraguas, mientras esperas la respuesta de Dios?

  3. ¿De qué manera puedes reflejar esperanza, amor y una actitud positiva frente a los desafíos que enfrentas diariamente?