El Experimento de los Dos Lobos
La lucha entre el bien y el mal no es solo una metáfora, es una realidad diaria. Como Pablo escribe en Romanos 7, muchas veces queremos hacer el bien, pero terminamos haciendo el mal. Este relato y reflexión te invitan a reconocer que no podemos ganar esta batalla solos. En Cristo, encontramos el poder y la guía para vencer.
REFLEXIONES DE VIDA
1/9/20254 min read
Eran los últimos días de universidad, y Daniel y Tomás, amigos inseparables desde el primer semestre, asistieron juntos a una charla motivacional organizada por la facultad. El orador compartió la conocida leyenda nativa americana de los dos lobos.
Al final de contar la historia el orador comento:
"Dentro de cada persona hay dos lobos que luchan constantemente," dijo el orador. "Uno es el lobo del mal: ira, envidia, egoísmo, orgullo. El otro es el lobo del bien: amor, bondad, humildad, generosidad. Dentro de cada uno de nosotros hay una batalla constante entre estos dos lobos.
¿Quién gana esta batalla interna? Aquel al que alimentas más."
—Así es la vida —dijo el orador—. Cada decisión que tomamos, cada pensamiento que cultivamos, alimenta a uno de esos lobos. ¿A cuál estás alimentando?
Cuando terminó la charla, Daniel y Tomás quedaron pensativos. Al salir del auditorio, Daniel dijo:
—Es una buena metáfora. ¿Te diste cuenta de que encaja perfectamente con las luchas que vivimos cada día?
—Totalmente —respondió Tomás—. Todo el tiempo tengo esa lucha en mi cabeza: ¿ser amable o responder con enojo? ¿pensar en mí mismo o ayudar a alguien más?
Daniel hizo una pausa y propuso:
—Escucha, Tomás. Este es nuestro último año de universidad, y nuestras vidas están a punto de tomar caminos diferentes. ¿Qué te parece si hacemos un experimento? Por los próximos tres años, tratemos conscientemente de alimentar al "lobo del bien". Luego, nos reunimos y compartimos nuestras experiencias.
—De acuerdo —dijo Tomás, estrechando la mano de Daniel—. Veamos qué pasa.
Tres años después
Daniel y Tomás se encontraron en el mismo parque donde solían estudiar juntos. El tiempo había pasado, y ambos estaban emocionados de compartir sus experiencias.
Tomás fue el primero en hablar:
—Te confieso algo, Daniel. Los primeros meses después de nuestra charla, realmente intenté alimentar al "lobo del bien". Me esforcé por ser más generoso, controlar mi enojo y ser más amable. Pero, con el tiempo, me di cuenta de que era agotador. Había días en que, sin importar cuánto me esforzara, el "lobo del mal" ganaba. Sentía que la ira, el orgullo y el egoísmo me dominaban. Al final, dejé de intentarlo tanto. Es como si estuviera atrapado en un ciclo. ¿Y tú?
Daniel lo escuchó con atención, luego respondió:
—Tomás, entiendo exactamente lo que dices. Yo también sentía esa lucha constante, como si cada día fuera una batalla interna. Pero algo cambió para mí. Durante esos tres años, conocí a un grupo de personas que me habló de Jesús. Me mostraron que no puedo ganar esta batalla por mi cuenta. Me explicaron que el verdadero conflicto no es solo entre "dos lobos", sino entre mi naturaleza humana, que está inclinada al pecado, y el Espíritu de Dios.
Tomás arqueó una ceja, curioso.
—¿Entonces qué hiciste?
—Entregué mi vida a Cristo —dijo Daniel con una sonrisa. —No significa que la lucha desapareció, pero ahora tengo algo que no tenía antes: el poder del Espíritu Santo. Él me ayuda a reconocer cuándo estoy alimentando al "lobo equivocado". Además, aprendí que no puedo ganar esta batalla con mis propias fuerzas. Como dice Pablo en Romanos 7:19-20: "Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago."
La lucha es real, pero ahora sé que no estoy solo.
Tomás reflexionó un momento y luego dijo:
—Así que... ¿ya no luchas con esos conflictos internos?
Daniel negó con la cabeza.
—Claro que sí, pero ahora tengo una fuente de fortaleza. Cuando fallo, sé que puedo acudir a Dios, pedir perdón y seguir adelante. No se trata de ser perfecto, sino de depender de Él.
Tomás sonrió, pensativo.
—Quizás he estado peleando esta batalla solo durante demasiado tiempo. Quizás necesito algo más que mi fuerza de voluntad.
—No estás solo, Tomás —dijo Daniel, poniendo una mano en su hombro—. La lucha interna es parte de ser humano, pero la victoria está en Cristo.
Reflexión Final:
La lucha entre el bien y el mal en nuestro interior es una batalla que enfrentamos todos los días. Como Jesús enseñó, nuestra vida está marcada por decisiones que reflejan nuestro corazón. En Romanos 7:19-20, Pablo nos muestra esta realidad: el pecado que mora en nosotros a menudo nos lleva a hacer lo que no queremos. Sin embargo, al depender de Dios, podemos vencer esas inclinaciones y alimentar nuestro Espíritu de amor, bondad, paciencia y la verdad de sus palabras.
Jesús nos da no solo el ejemplo, sino también el poder para alimentar lo correcto. Como dijo en Juan 15:5 (RVA-2015): "Yo soy la vid, ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto. Pero separados de mí nada pueden hacer."
Vivir en comunión con Él nos permite elegir bien cada día.
Preguntas para Reflexionar:
Qué decisiones estás tomando diariamente que alimentan al "lobo" equivocado en tu vida?
¿Cómo puedes depender del Espíritu Santo para fortalecer el bien en tu interior?
¿Qué prácticas puedes incluir en tu rutina para alinear tus pensamientos y acciones con los principios de Dios?
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