Dios es como el azúcar

A veces, las verdades más grandes se esconden en los lugares más simples, como en una conversación en un aula. Una niña, con palabras humildes, explicó quién es Dios de una manera que cautivó a todos: "Dios es como el azúcar". Este relato nos invita a reflexionar sobre cómo, aunque no podamos verlo, Su presencia da sabor, propósito y dulzura a nuestras vidas.

REFLEXIONES DE VIDA

12/15/20241 min read

girl holding purple and green camera toy
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Un día, una profesora en su aula preguntó a los niños:
¿Quién puede explicar quién es Dios?

Los pequeños comenzaron a levantar las manos emocionados. Algunos dijeron que Dios era poderoso, otros que era quien nos cuidaba desde el cielo, y otros más que era el creador de todo lo que vemos. Pero una niña se quedó pensando en silencio.

Intrigada, la profesora le preguntó:
¿Y tú, no tienes una idea de quién es Dios?

La niña, con una sonrisa tímida, asintió y dijo:
Dios es como el azúcar.

Todos se sorprendieron, incluso la profesora, que pidió que explicara lo que quería decir.

La niña, con calma, dijo:
El azúcar está en todo lo que preparamos, como en la leche, los postres, y el chocolate. Aunque no podamos verlo, está ahí y le da un sabor dulce a todo. Así es Dios. No lo vemos, pero si no estuviera, nuestras vidas no tendrían sabor.

La profesora quedó conmovida por la respuesta tan profunda y sencilla. Ese día, los niños entendieron que la presencia de Dios no siempre se ve con los ojos, pero se siente en los corazones y en la dulzura de la vida que Él nos da.

Reflexión Final:

Como el azúcar, Dios está presente en todo lo bueno, llenando nuestra vida de propósito y significado, incluso cuando no lo vemos directamente. Su amor es el dulce que da sabor a nuestra existencia. ¿Lo has sentido hoy?

Preguntas para Reflexionar:

  1. ¿Cómo puedo reconocer la "dulzura" de Dios en las situaciones difíciles de mi vida, incluso cuando no lo veo directamente?

  2. ¿De qué manera puedo compartir el "sabor" del amor de Dios con las personas a mi alrededor?

  3. ¿Qué cosas necesito hacer para ser más consciente de la presencia de Dios en mi vida diaria?