Construyendo con Propósito
Cada día tomamos decisiones que edifican nuestra vida. ¿Estamos construyendo con integridad y dedicación, o estamos tomando atajos? Recuerda que lo que hoy construyes, mañana lo habitarás. Edifica con excelencia, como para el Señor.
REFLEXIONES DE VIDA
2/25/20252 min read
Después de décadas de trabajo duro y dedicación, Don Miguel, un hábil carpintero, decidió que era hora de retirarse. Se acercó a su jefe con un gesto sereno y le dijo:
—Señor Ramírez, he trabajado en esta empresa por muchos años, pero creo que ha llegado el momento de descansar y disfrutar el tiempo con mi familia. Quiero retirarme.
El jefe, quien siempre había valorado su trabajo, se sintió triste por la noticia.
—Miguel, has sido uno de los mejores carpinteros que hemos tenido. Antes de que te vayas, ¿podrías hacerme un último favor? Me gustaría que construyeras una última casa.
Don Miguel suspiró. No tenía muchas ganas de aceptar, pero después de tanta lealtad por parte de su jefe, accedió a regañadientes.
—Está bien, la construiré.
Pero su corazón ya no estaba en el trabajo. Como sabía que esta sería su última obra, decidió no esforzarse demasiado. Escogió materiales de menor calidad, tomó atajos en la construcción y no prestó atención a los detalles como solía hacerlo.
Cuando la casa estuvo terminada, Don Miguel se sintió aliviado. Solo quería entregar el proyecto y retirarse.
El jefe llegó, inspeccionó la casa y luego, con una sonrisa, sacó una llave de su bolsillo y se la entregó al carpintero.
—Miguel, esta es tu casa. Es un regalo de la empresa para agradecerte por todos tus años de servicio.
El carpintero quedó en shock. Sintió cómo el color se le iba del rostro mientras miraba aquella casa que él mismo había construido sin dedicación ni esfuerzo. Se avergonzó profundamente. Si hubiera sabido que la casa era para él, la habría construido con excelencia, como todas las demás.
Reflexión Final:
Esta historia nos enseña una lección profunda: la vida es la casa que estamos construyendo cada día. Cada decisión que tomamos, cada acción que realizamos, cada palabra que decimos es un ladrillo en la construcción de nuestro carácter y destino.
La Biblia nos exhorta en Colosenses 3:23:
"Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres."
Muchas veces, como Don Miguel, podemos caer en la trampa de hacer las cosas con desgano, sin excelencia, pensando que no importa. Pero Dios nos llama a construir nuestras vidas con integridad y esmero, porque un día recogeremos lo que sembramos.
Jesús también nos habló de la importancia de construir sobre un buen fundamento. En Mateo 7:24-25, dijo:
"Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca."
Si construimos nuestras vidas con materiales débiles —compromisos a medias, decisiones sin sabiduría, falta de integridad—, un día nos daremos cuenta de que lo que hemos construido no tiene solidez. Pero si edificamos con dedicación, con esfuerzo y, sobre todo, con Cristo como fundamento, nuestra vida será firme y valiosa.
No construyamos con mediocridad lo que un día tendremos que habitar. Vivamos con propósito, con amor y con excelencia, sabiendo que todo lo que hacemos es para Dios.
Preguntas para Reflexionar:
¿Estoy construyendo mi vida con excelencia o con descuido?
¿Hago las cosas como para Dios o simplemente para cumplir con una obligación?
¿Estoy edificando sobre la Roca (Cristo) o sobre la arena de mis propios intereses?
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